por Thelma Contino
Tímidamente comienzo a animarme a sacar fotos en Paris, donde los códigos son otros y la gente reacciona diferente a la lente. Estaré compartiendo con ustedes una pequeña serie de fotos en las que muestro a los jóvenes al natural, en contexto, sin ningún tipo de producción o pose.
Y así, poco a poco, vuelvo a la caza.
En esta foto les quiero mostrar dos cosas. La primera, el rodete. Si hay un peinado que caracteriza a las parisinas, es este gran rodete alto. No se ven largas caballeras flotando al viento. No. El pelo se lleva corto o recogido.
Y les voy a decir mi interpretación personal del por qué: el clima. El invierno es largo y lluvioso, ¿no sabés cómo manejar tu pelo en los malos días? Muy fácil: un rodete. Prolijo, femenino y a veces un poco atrevido.
Siguiendo con lo que les comentaba sobre el clima, paso a lo otro que quería mostrarles: la piel, blanquísima.
Es cierto que las parisinas se cuidan la piel, pero las verdaderas responsables de esa blancura son las nubes. Y ya se las ve en minifalda y vestidos cortos, con las piernas blancas e impecables (muchas seguramente usando maquillaje especial para emparejar el tono).
La opinión sobre el bronceado varía, pero la mayoría está a favor de tomar color. Claro que se refieren a un tinte miel que toman en el verano, especialmente en agosto cuando acostumbran salir de vacaciones al sur... pero no nos adelantemos, ya lo veremos cuando llegue el momento. Mientras tanto, la primavera ya se termina y no se ve ni la más mínima señal de sol en la piel de las parisinas (y raramente en el cielo, debo decir).
Entonces, ya saben, si están por Paris no teman mostrar la piel blanquísima del invierno y, si tienen el pelo inmanejable o simplemente tienen ganas, pueden hacerse un gran rodete alto, un poco desordenado, como el del ejemplo que les muestro aquí.
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