incóMODA

por Victoria Pichel
Desafío Hawaiian Tropic
Estamos recién promediando el verano, aunque a muchos ya les parezca que se les escurre entre los dedos la alegría estival. No, relájense, todavía queda como un mes y medio. Aún con guardapolvos y mochilas en el baúl del auto, es verano. Muy a mi pesar, sabrán disculpar.
Si hay algo que grita verano por todos lados, más que CrónicaTV en 21 de diciembre, es hacer gala de un buen bronceado, de esos que se consiguen gradualmente, comenzando –corríjanme los entendidos- en octubre, de modo que para temporada alta están doraditos como pollo marcado de rotisería de la costa. Estar bronceado es un must más de la moda. El vestidito, las sandalias, los RayBan y el bronceado. Nunca sin este último. Y si le agregaron una cuota de intenso gym modelador, quédense tranquilos. Subieron al pináculo de lo top of the top.
En cambio, si sos blancucha Casper, como quien suscribe, y tostarse implica largas sesiones bajo el sol (digamos, cuando se requiere todo un año), la misión se abandona antes de empezar. No hay forma, ni a golpes, de que la piel tome ni un leve color beige, a no ser que una ande buscando el carmesí pleno y se eche a diario bajo el sol de 11 a 16, despidiéndose de la piel sana. Y a esta altura de los acontecimientos mundiales, no se puede correr ese riesgo. Mejor es quedarse out.
Por otro lado están los rubios naturales que, ni bien se exponen a los rayos UV, consiguen un lindo naranja camarón que luego transmuta a dorado, logrando el odio generalizado y algún que otro mal de ojo. En serio, ¿tan fácil la tienen? No puede ser. Seguramente, antes de los 40, ya tienen surcos marcados y pecas sospechosas en el cuerpo entero. Eso, sí.
Cuando ni el blanco resignado ni el camarón dorado son opciones, están aquellos que recurren a la cama solar para conseguir la gloria. A algunos se les pasa la mano y obtienen la paleta cálida de Alba. Abren la boca y los dientes resaltan como si en vez de fluor tuvieran capas flúo. Y si eso ocurre ya a principios de diciembre, muchachos, es demasiado notorio. Vayan de a poco. Recuerden que la radiación no es buena.
Haciendo un poco de historia, uno ve que en el siglo XVIII, cuando no existían los viajes al Caribe ni los cruceros por el Mediterráneo, la palidez de la piel era señal de status. Nadie que ostentara algo de clase o título nobiliario se alegraba de lucir bronceado. Eso habría implicado que habían pasado horas al aire libre TRABAJANDO. El horror mismo. ¿Cómo cambió el panorama, no?
Vos, ¿de qué lado estás?

5 comentarios :

Kathya Stryzak 14 de febrero de 2011, 13:08  

Buenas tardes!!!

Yo me quedo con mi auto bronceador y mi proteccion solar factor 30 !!!

besosss

Silke Gerstenkorn 14 de febrero de 2011, 13:19  

Ya no estoy del lado que tomo 6hs de sol diarias, pero si me gusta estar al sol y tomar colorcito :)
Y sí, soy de las rubias que odias, veremos como me tratan los surcos y las pecas en 7 años!

Lucía 14 de febrero de 2011, 13:25  

Hace no muchos años, yo era del grupo de los constantes que arrancaban el intento de broncearse con el primer rayo de sol primaveral. Luego, y si me iba de vacaciones, tomaba un color decente que aguantaba, digamos, hasta fines de febrero, con algo de mantenimiento en la terraza de casa.
Ahora, entre el poco tiempo, la intolerancia al sol y las manchas que me salen, incluso llenándome de FPS 50, desistí.
Si estoy en la playa, todo bien, tomaré un poco de color. Si no, me aguanto mi blanco Ala de fábrica, y a otra cosa.

Thelma 16 de febrero de 2011, 6:58  
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Thelma 16 de febrero de 2011, 6:59  

Si mi color sin sol fuera blanco, pues sería blanca.
El temilla está en que mi color natural cuando es claro no tiende al rosado si no al verde.
En invierno zafa, pero en verano me da un look "enferma" que no me va. Un poco de color y ya se ve más "saludable".
Ojo, me refiero a un poco de color, a lo que se consigue con exposición un rato una vez o dos por semana, no más que eso.
Podría decirlo así: estoy menos bronceada que la gente de generaciones anteriores, o las de la mía que tienen piscina en la casa o se fueron de vacaciones; pero más que las que como yo pasaron todo el verano en la ciudad y para tomar sol se les complica.
Yo tengo una linda terraza. Lo que me falta es tiempo.

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